Los futbolistas se lo pasaron en grande jugando a ´paintball, en un bosque de Ermelo, en su domingo libre.
CONRADO VALLE / ENVIADO ESPECIAL ERMELO - Emery se sacó de la chistera una sesión de ´paintball´ para salir de la rutina de la concentración. Los jugadores, hasta los reacios a participar en un principio porque decían que «esas bolas tienen que hacer daño», se lo pasaron en grande dando guerra, nunca mejor dicho, por un bosque cercano a Ermelo. Albelda, Bruno, Moyà, Mathieu, Míchel, Baraja, Vicente, Mathieu, Moyà, pasando por el propio Emery, Carcedo y Ayestarán, disfrutaron como chiquillos, aunque más de uno de ellos dejó constancia que el refrán que dice «donde pongo el ojo pongo la bala» lo cumplen mejor cuando lanzan con los pies un balón. Si hace un año Emery sorprendió a propios y extraños llevándose una tarde a sus jugadores a hacer piragüismo, lo de ayer lo superó con creces. Todo sea dicho, la iniciativa surgió de la mente de Paco Ayestarán, quien en su etapa en el Liverpool ya se llevó a los jugadores a practicar 'paint-ball en dos ocasiones.
Entre los jugadores los había, como se ha comentado, reacios a participar, como Joaquín, Alexis, Miku o Albelda, no siendo los únicos, y otros como Zigic o César que fueron de los primeros en enfundarse el chaleco, el mono militar, la careta protectora y los guantes. Al final entre Emery y Voro convencieron a todos y solo se quedaron por molestias viéndolo desde la barrera y mordiéndose las uñas por no poder estar dentro Banega y Jordi Alba.
Maduro, como cada día desde que llegó el equipo a Ermelo, hacia a las veces de traductor de los monitores con sus compañeros y por participar participaron desde el director de comunicación hasta el delegado y también el chófer del autobús. El instructor de disparo, viendo que los jugadores bromeaban de más con las escopetas de aire comprimido ya en sus manos, les dejó clara una cosa: «Les aconsejo que no se disparen a menos de cinco metros... si quieren seguir jugando al fútbol». Fusiles mirando a tierra y cara de buenos chicos.
Llega la hora de entrar en acción. «El míster con los de amarillo, de amarillo...», decían algunos de los que llevaban la careta verde a la hora de repartir los equipos. Dos bandos, un bosque para camuflarse y una bandera de España en un fondo y otra de Holanda en el otro. ¿Objetivo? Coger la banda del rival. Los dos equipos hicieron estrategia antes de ponerse a disparar. «Vosotros dos por allí, tú defiende esta posición, nosotros por allá». Treinta segundos de silencio... y ta-ta-ta-ta-ta-ta. Quince minutos después, David Albelda salía con la bandera. Ganaron los de amarillo, pero sobre todo ganó el Valencia. Reina el buen ambiente y hay espíritu de grupo.
FUENTE - WEB DE SUPERDEPORTE.ES